Arte posmoderno.

Arte posmoderno.

Movimientos artísticos, períodos y estilos en 5 puntos.

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Arte posmoderno.

Es difícil hablar de posmodernidad porque no hay perspectiva histórica suficiente: no ha pasado la suficiente cantidad de tiempo como para que el mundo termine de ponerse de acuerdo en algunos conceptos fundamentales. Sin embargo, intentaremos destacar, en los 5 puntos, elementos muy evidentes o elementos de una lógica difícil de discutir, como para poder apreciar mejor el arte de las últimas décadas. Como una humilde introducción.

• Si bien no hay un instante claro en la historia que determine el comienzo de la posmodernidad en el arte, podemos ubicar este período a partir de la segunda mitad del siglo XX, fundamentalmente a partir de los años setenta, cuando “se terminan los grandes movimientos artísticos”.
• En la vida en general, “posmodernidad” sería “lo que viene después de la modernidad”. Los sueños se han terminado, las grandes causas ya no existen (se han cambiado por otras más pequeñas: como para poner un ejemplo grosero, antes era la revolución socialista y ahora es “salvemos a las ballenas”). Como nos gusta decir: la posmodernidad es el fin de las bienintencionadas ideas de la modernidad, que lamentablemente fracasaron.
• En el arte moderno, encontramos movimientos (los de comienzos del siglo XX son las “vanguardias”), que por lo general plasman sus ideas en manifiestos, los que no sólo se proponen revolucionar el arte sino a la vez cambiar el mundo. Son “sueños colectivos”, los artistas se unen para defender sus ideas e ideales. Se embarcan juntos en proyectos y movimientos para construir ese mundo nuevo. La posmodernidad, en cambio, está caracterizada por la individualidad. Es como si a cada uno le interesara su propia verdad.
• ¿A qué nos referimos más exactamente con “individualidad?”. El artista de esta época, solo, en su propio mundo, sin discutir el mundo con otros artistas, expresa su propia manera de ver las cosas y de sentir, pero sin esperar cambiar a la humanidad. Es un cambio de actitud respecto del artista moderno. Aunque no necesariamente es indiferente, sino que está desencantado.
• En lo que hace a la obra de arte específicamente, hay algunas características que vemos que son constantes: es como si ya no hubiera nada nuevo por hacer. Lo que queda es combinar con sentido artístico lo ya existente: combinar culturas, épocas, estilos, lenguajes, lo clásico con lo moderno, lo exquisito con lo kitsch, el Bien con el Mal. Y en un mundo saturado de “información”, donde el espectador es bombardeado con miles de imágenes todo el tiempo, la obra de arte parece que “necesitara” llamar la atención, impactar, provocar. Como “todo vale”, el espectador muchas veces tiene la sensación como si hubiera una delgada línea entre lo valioso y no valioso, entre la obra de arte y el disparate, la tontería. Y entonces una vez más reflexionamos: será que eso tiene que ver con la esencia de la época en que vivimos, ya que todo arte es hijo de su época.

Imagen: Jean-Michel Basquiat, el joven prodigio de los años ochenta.

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