Mantegna. Lamentación sobre Cristo muerto (1470/74).

Mantegna.

Cuadros fundamentales para entender la historia de la Pintura.

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Lamentación sobre Cristo muerto (1470/74). Andrea Mantegna.
Temple sobre tela. 68 cm x 81 cm.
Pinacoteca de Brera. Milán, Italia.

Estamos ante uno de los escorzos más violentos y sorprendentes de la historia de la Pintura (por lo novedoso y técnicamente complicado que era algo así en su época).

Cuando decimos “escorzo”, hablamos de un recurso de perspectiva que se utiliza cuando una figura o una parte de ella, en caso de haber una tercera dimensión, se encuentra en forma perpendicular a la superficie pintada.

Mantegna, como pintor renacentista, está muy interesado por la perspectiva y las proporciones de la figura humana. Y evidentemente es un virtuoso en ese campo, y lo deja bien claro sobre la tela.

Pero el artista no utiliza el recurso sólo para demostrar esa capacidad, sino que lo utiliza con el sentido de dar crudeza, realismo y, por qué no, algo de drama (algo que no es una característica tan renacentista, sino que nos está “adelantando” algo típico del Barroco). Mantegna busca efectismo con ese escorzo dramático, y logra una escena perturbadora, escandalosa.

Tengamos en cuenta que el Renacimiento se llama así porque hay una vuelta, un renacer, de los valores estéticos de la Antigüedad Clásica. Pero hay una salvedad: podemos decir que el ideal de belleza ya no es exagerado, ya no es “la perfección”, sino que se humaniza. Se irá cambiando la búsqueda de la perfección de un rostro por la búsqueda de su expresividad.

Mantegna es puro Renacimiento, el período en que la vida y el arte dejan de girar en torno a Dios y a la Iglesia (teocentrismo), y hay más preocupación por el hombre y las cuestiones terrenales (antropocentrismo, el centro es el hombre). Y por ello, este Cristo de Mantegna no es un Cristo ni de los Cielos, ni idealizado, ni glorioso, ni divino, sino es un Cristo terrenal, humanizado, con la belleza de la imperfección.