Géricault
Cuadros fundamentales para entender la historia de la Pintura
La balsa de la Medusa (1818/19). Géricault
Óleo sobre tela. 491 cm x 716 cm
Museo del Louvre. París
La balsa de la Medusa es una obra monumental no sólo por su tamaño sino como emblema del romanticismo.
¿Y por qué podemos asegurar que es una romántica por excelencia? En toda obra romántica vamos a encontrar pasión, sentimientos exaltados, emociones, desesperación (la palabra “pasión” viene de “padecer”, y es que esos sentimientos extremos suelen ser muy cercanos a la desesperación).
Esa pasión suele tener dos caminos: o nos lleva a la idealización o a la tragedia.
El romanticismo es el movimiento que se contrapone al neoclasicismo. En el neoclasicismo se imponen la calma, la armonía, la sutileza. En el romanticismo se imponen lo exagerado, lo caótico, el choque de emociones.
Por eso, también, el neoclasicismo se esmera en el dibujo y el detalle, y el romanticismo se expresa con una pincelada vibrante y rápida, que da más movimiento, más vida a las figuras, aunque éstas parezcan a veces abocetadas, sin terminar.
Observemos también cómo, en esta obra, el artista elige su paleta de colores y trabaja la luz en función de incrementar el dramatismo (algo que nos remite, como muchas otras obras románticas, a aquella “teatralidad” de las obras del barroco, un par de siglos atrás).
Géricault pinta uno de los cuadros más representativos de la pintura romántica eligiendo una de las tragedias más espantosas que se han vivido en la historia de la navegación: en 1816, la fragata Medusa (Méduse), de la marina francesa, encalla cerca de Mauritania, a unos 60 kilómetros de la costa. En los botes no hay lugar para todos, por lo que deben construir de manera improvisada una balsa para que el resto pueda cubrir esa distancia. 147 personas se amuchan en ella y viven 13 jornadas infernales. Apenas el primero de esos días se acaban la mínimas provisiones, y la primera noche mueren (se supone que la mayoría asesinados) 20 tripulantes. Los demás días son de asesinatos, suicidios, desesperación, hambre, sed y hasta de antropofagia. Sólo sobrevivirán 15.
El caso espanta e indigna a toda la nación. Y el cuadro que expondrá Géricault en el Salón de París de 1819 generará emociones encontradas: escándalo y admiración.
La obra será adquirida poco después por el Louvre y este joven pintor (que siempre será joven, ya que vivirá apenas hasta los 32 años) quedará junto a los grandes de romanticismo y de toda la historia del arte.
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1 comentario
daniel · 29 enero, 2021 a las 11:05 am
Me encanto, gracias.