Sonia Delaunay.
Pintoras maravillosas.
Sonia Delaunay (1885-1979).
Los cantantes de flamenco (1915/16).
Sonia y su marido Robert son los principales referentes del orfismo, el movimiento que conjuga elementos del cubismo, el futurismo y la abstracción.
Y mucho color, decididamente.
Es una concepción de la pintura donde la luz y los colores toman forma y movimiento como si fueran música, representando el ritmo que llevan dentro todas las cosas del universo.
Sin embargo, Sonia aún tendrá otra visión maravillosa, otro paso más allá: se da cuenta de que que el arte deber ser mucho más cotidiano y debe estar presente en la vida de todos los días más allá de colgado en una pared.
Traslada entonces sus diseños a la moda textil, al diseño editorial, a la publicidad y a pintar autos, por ejemplo, convirtiéndolos en obras de arte. Algunos llaman a esto “artes aplicadas”.
Es como si la pareja se complementara muy bien en la misma búsqueda, cada uno desde una aplicación distinta. Y aunque la historia acostumbre a considerar arte pictórico “serio” a lo que está plasmado en un lienzo u otro soporte tradicional, muchas veces es Sonia quien toma la delantera y más riesgos en la experimentación, por eso no ha de tomarse lo suyo creado en soportes no tradicionales como algo menor.
Sonia, la pintora que ha llegado a París desde muy lejos (ella nació en Ucrania) no es “la esposa de Delaunay”. Sonia hace brillar a Delaunay.
Y él, con esa admiración indispensable para el amor, cuenta después de unos años de casados: “Sonia Delaunay ha venido desde Oriente hasta Occidente, trayendo con ella ese calor, ese misticismo característico y clásico. Como todos los artistas y poetas de Oriente, posee el color en estado atávico” (se refiere a que lo lleva adentro, una especie de “herencia genética” que se remonta a sus antepasados más remotos).
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