Adoración del cordero místico.

Van Eyck Políptico de Gante

Historias detrás de las obras de arte.

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Adoración del cordero místico (También llamado Políptico de Gante), 1432. Hubert y Jan van Eyck.

 

Más allá de ser una de las obras más importantes de la pintura flamenca (de la época en que se “redescubre” el óleo y el responsable de ello es el mismísimo Jan van Eyck), no sólo es  “la obra de arte más robada de la historia”, sino que entre sus ladrones encontramos a unos saqueadores de fama mundial como Napoleón y Hitler.

Políptico quiere decir que consta de varios paneles. En este caso son 12, y elegimos como miniatura la tabla central, la que le da el nombre a la obra, ya que tiene además una historia adicional.

El políptico es desmontado del altar de la catedral de Gante para ocultarlo y protegerlo durante el Siglo XVI. Siglos más tarde cae en manos de las tropas napoleónicas como trofeo de guerra. Ahí se empieza a fragmentar y vender por separado.

Los paneles centrales van al Louvre pero vuelven a Gante cuando Napoleón es vencido. Los paneles laterales, en cambio, se venden a través de los años a distintos compradores, hasta al mismísimo rey de Prusia (Guillermo III).

Recién al finalizar la Primera Guerra Mundial, con el tratado de Versalles (1919), los paneles laterales vuelven a Gante. El retablo se vuelve a completar, sin embargo falta aún el robo del panel de Los Jueces Justos en 1934, y falta aún Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

Y nos preguntamos por qué Hitler, que tiene la costumbre de quedarse con todas las obras de arte que encuentra en su camino (que son miles), tiene una obsesión por encontrar y quedarse especialmente con este retablo.

En realidad tiene un gran motivo: está convencido de que en él se esconde un mapa para encontrar los llamados Arma Christi, los instrumentos utilizados en la pasión de Cristo. Él los considera una fuente de poderes sobrenaturales que obtendrá para sí mismo (una prueba de que la realidad puede llegar a ser la más disparatada de las ficciones).

Si observamos con atención los ángeles que están detrás del cordero, vemos que llevan en sus manos la lanza, la cruz y la corona de espinas (ésos son algunos de los Arma Christi).

Sobre el final de la guerra, la obra está escondida con otras obras valiosas de grandes maestros (Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, Rembrandt, Veronés, Vermeer, para nombrar algunos) en una mina de sal austríaca, con la orden de que la vuelen en pedazos si los aliados ganan.

La mina no vuela en pedazos y las obras de arte se conservan a pesar del triunfo aliado. Y, evidentemente, Adolf Hitler nunca llega a encontrar los Arma Christi que lo harían invencible.

 

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Van Eyck y el redescubrimiento del óleo.

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