Yves Tanguy
Cuadros fundamentales para entender la historia de la Pintura.
Los nuevos juegos (1940). Yves Tanguy.
Óleo sobre tela. 33 cm x 40,7 cm
La obra de Yves Tanguy es un recordatorio de la deuda que los surrealistas tienen con Giorgio de Chirico, su gran fuente de inspiración.
Tal es así que Tanguy despierta su vocación y empieza a pintar al ver una obra de De Chirico quien, obsesionado con lo enigmáticas e inquietantes que son esas cosas cotidianas que nos resultan tan evidentes y razonables, había fundado junto a Carrá el movimiento de la pintura metafísica.
La pintura metafísca ya no representaba fielmente el mundo que rodea al artista, mostraba en cambio “la realidad subjetiva del artista”. Una realidad que solía resultar extraña, como de una pesadilla silenciosa, absurda, deshumanizada, llena de soledad.
Tanguy decide convertirse en pintor al ver un cuadro de De Chirico y entonces, influido por sus ideas y su pintura, va desarrollando su estilo propio hasta que el mismísimo ideólogo del movimiento surrealista, André Breton, lo invita a integrarse al movimiento.
Y es así como terminará participando en la mayoría de las exposiciones de los surrealistas.
En sus cuadros encontramos paisajes silenciosos, quietos, áridos, de colores apagados, apenas con alguna nota contrastante (este cuadro es un exacto ejemplo de ello).
Escenarios oníricos que están poblados por figuras no “reconocibles”, que no son de nuestro mundo real sino que son inventadas, con formas que semejan extraños seres vivos elementales (lo que se denominan “biomorfismos”), o tal vez ni siquiera eso, sino simplemente formas sin forma (figuras amorfas).
Y es por ello que podemos concluir con que el surrealismo de Tanguy es un surrealismo abstracto.
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